quinta-feira, 5 de junho de 2008

Uma das melhores críticas que li recentemente é esta que colo aqui, encerrando a série de Ctrl C + Ctrl V que iniciei com o trecho do Argento. Àngel Quintana, um dos melhores críticos espanhóis, escreve sobre Inquietude, de Manoel de Oliveira. Saiu na Dirigido por... de outubro de 1998. Pensei em traduzir, mas preferi deixar no original, porque se eu não tive dificuldades com meu espanhol medonho, ninguém terá. Simplicidade é a alma da coisa.

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El teatro, la literatura y el mito

En una corta escena de Inquietud, el nonagenario Manoel de Oliveira aparece bailando, con envidiable agilidad, un tango en un lujoso casino de Madrid con su mujer Isabel. la escena resulta altamente simbólica, sobre todo si tenemos en cuenta que está situada en el interior de una pelicula cuyo principal objetivo consiste, según el proprio realizador, en "mostrar el deseo latente de los mortales para llegar a conseguir la inmortalidad". Al bailar el tango, Oliveira lanza un guiño perverso a los numerosos espectadores que se maravillan de su perennidad y de los numerosos comentarios que acompañan cada nueva entrega de su filmografia sobre el misterioso don de la eterna juventud, sobre su inaptitud para morir. Sin embargo, el guiño de Oliveira se encuentra instalado en el epicentro de un relato coherente, formado por trez piezas independientes de registros contradictorios de los que emerge una preocupación por el tema de la inmortalidad, pero no en el sentido fisico del término, sino en un sentido espiritual.

Inquietud es una pelicula que nos habla sobre la codiciosa lucha para conseguir la longevidad mediante la fama, sobre la persistencia del deseo más allá de la muerte física de la amada y sobre la supervivencia de los mitos como origen de la sabiduría eterna. Al hablarnos de la conquista espiritual de la inmortalidad, Manoel de Oliveira no sólo nos habla del deseo de vencer la muerte que atormenta la existencia de sus personajes, sino que aprovecha para reflexionar sobre essa inmortalidad que es patrimonio del arte, de ese misterioso don que posee el cine, como eventual medio de expresión artística, para apropriarse de los instantes efímeros de la vida, de trascenderlos y conducirlos hasta ese reino de las sombras desde el que Máximo Gorki saludó el advenimiento del cinematógrafo. No es ninguna paradoja considerar que del interior de las tres historiasfragmentarias que conforman Inquietud surge un deseo de buscar la unidad entre los tres universos representativos que han marcado el cine de Manoel de Oliveira: el teatro, la novela y los mitos.

Vayamos por partes, Inquietud se abre bajo el signo de la farsa de bulevar, de la comedia de enredo de corte ligeramente macabro. La primera parte del triptico se centra en el trabajo de puesta en escena de la pieza de Prista Monteiro titulada Los Inmortales. Convencido de que el cine es un arte impuro y de que la teatralidad es parte esencial de la intertextualidad cinematográfica, Oliveira realza el artificio escénico - la presencia de los decorados - e interpretativo - la afectación de sua actores - para acabar proponiendo una farsa cruel sobre un eminente professor - José Pinto - que al observar cómo la decrepitud le priva de la inmortalidad característica de los genios muertos prematuramente, propone a su hijo que se suicide con una capsula de cianuro. Sólo mediante la muerte su hijo podrá conquistar la inmortalidad de la fama. Los Inmortales conecta fácilmente con el humor negro y la visión cruel de la existencia de los que Oliveira ha hecho gala en algunos de sus mejores trabajos desde Mon Cas y Los Canibales hasta La Caja. Curiosamente, las películas más negras de Oliveira muestran de forma deliberada el artificio, recurren a la teatralidad y buscan una correspondencia plausible con el cine primitivo, es decir, con un cine de la escena en el que la lógica no aparece determinada por el montaje sino por los proprios recursos de la puesta en escena.

En una serie de reflexiones sobre su oficio, su obra y su vida, Manoel de Oliveira reconocía una innegable fascinación por los destinos trágicos y melancólicos femeninos: "Las mujeres mueren por el amor de los hombres! A causa del egoísmo masculino. Quieren encontrar lo imposible y acaban cayendo en la indiferencia" (1). La pasión por los destinos trágicos de unas mujeres víctimas de la pasión masculina ha dotado a la filmografia de Oliveira de un innegable halo romántico expressado de forma manifiesta en sus viejos títulos como Amor de Perdição y Francisca. El romanticismo de Oliveira ha acabado adquiriendo una dimensión filosófica, a partir de un deseo de encuentro con el eterno femenino perfectamente expresado en la que es, quizá, la obra cumbre de su carrera, El Valle de Abraham. No es ninguna casualidad que Oliveira se proponga establecer una fusión entre el sentimiento trágico y el eterno femenino em Suzy, un relato de origen novelesco escrito por Antonio Patricio que constituye la segunda pieza de Inquietud. Leonor Silveira, la actriz protagonista de El Valle de Abraham, se convierte en una cocotte que se prostituye con los burgueses de Porto y provoca la pasión de un dandy, que acaba asistiendo a la muerte física de su amada y a la recuperación de la inmortalidad del deseo. Suzy establece una tensión entre lo dicho - la voz literaria - y lo representado - el naturalismo cinematográfico -, pero de forma progresiva el relato se va articulando en torno a la fascinación que lo femenino ejerce en la mirada masculina hasta desembocar en el sentimiento de nostalgia que imprime el recuerdo de la mirada que desea.

Inquietud se cierra con un cuento de carácter mítico escrito por Agustina Bessa Luis, colaboradora habitual del cineasta. El relato originario está centrado en un personaje ancestral, la madre del río - admirablemente interpretado por Irene Papas -, que desde el interior de una gruta prehistórica intenta buscar un equilibrio con la ternura mortal de todos los seres vivos. La Madre del Río cuenta el encuentro de Fisalina, una chica del pueblo a quien se le transmiten los secretos de la magia, representados por unos dedos de oro. Fisalina transgrede la moral del pueblo al estableceruna relación con un chico de la región y acaba condenada en el interior de la gruta. En La Madre del Río, Oliveira consigue una extraña ternura poética mientras busca de qué forma el caos puede llegar a armonizar con los secretos más íntimos de lo natural. La misteriosa poesia que desprenden las imagenes de La Madre del Río conectan con la extraña inquietud que envolvía los tortuosos pasillos de El Convento, donde lo mitico alertaba a los personajes de la presencia de lo extraordinario emergiendo de lo ordinario. Lo mítico también remite a otros grandes momentos de la filmografia de Oliveira, desde los rituales ancestrales que envolvian el universo de Benilde ou a Virgem Mãe hasta los mitos fundacionales de la historia portuguesa condensados en Non ou a Vã Glória de Mandar.

A partir del teatro, la literatura y el mito, Manoel de Oliveira busca la unidad. La pelicula nos traslada del escenario de lo representado al mundo de la representación novelesca y mediante un flash back nos lleva del artificio al esplendor de la belleza natural. Mediante una serie de cuidados malabarismos, Oliveira consigue una armonía estilistica de la que acaba surgiendo una especie de fusión alquímica con los principales movimientos que han marcado los mejores momentos de su cine. Si Inquietud es una obra que inquieta, reconforta y emociona es por la impresionante sensación de sabiduría que desprenden sus imágenes.

(1) Antoine de Baecque y Jacques Barsi, Conversaciones avec Manoel de Oliveira. Paris. Ed. Cahiers du Cinema, 1996. p. 101.